jueves, 1 de enero de 2009

¡Salud a la revolución cubana… por los próximos 50 años de combate!


Néstor Kohan*

¿Por qué reflexionar, celebrar, saludar y escribir sobre los cincuenta años de la revolución cubana? ¿Se trata acaso de un “cumpleaños”?

Sinceramente las efemérides no son lo que a nosotros más nos interesa ni lo que más nos simpatiza. En la batalla de las ideas y en la lucha por la hegemonía lo que define es el contenido político, no el calendario. Ya tuvimos oportunidad de lidiar, tragar amargo y hacernos bastante mala sangre con el “cumpleaños” light y descafeinado del Che en junio de 2008, cuando algunos oportunistas y acomodaticios que siempre van nadando con la onda del momento aprovecharon para llevarle flores y rendirle tramposo “homenaje” como una manera de cerciorarse de que se trataba de un cadáver, prestigioso y con mucho marketing, pero cadáver al fin de cuentas. Un muerto servido y condimentado al gusto del buen nostálgico. Como si eso no alcanzara, congelado en el bronce de una estatua que, faltaba más, no podía llevar fusil... ¡no vaya a suceder que a nuevos jóvenes se les ocurriera continuar con su ejemplo insurgente en el siglo XXI!

No se trata entonces de festejarle el cumpleaños a nadie, ni a los “héroes” individuales ni tampoco a un proceso social colectivo, entrañablemente querido y admirado, como es la revolución cubana. Si así fuese, cincuenta años representarían “la madurez”, el “sentar cabeza”, el inicio de la vejez y el ocaso (en este caso el comienzo del declive de un proceso de cambio).

¿Acaso eso estamos conmemorando? ¡De ningún modo! ¡No lo permitiremos!

La revolución cubana que nos enamoró y a la que seguimos queriendo intensamente con la cabeza y el corazón no es la del “realismo”, la “geopolítica” ni la madura “razón de estado”.

Como lo hemos expresado durante años en la práctica política cotidiana y en las filas de varios colectivos militantes defensores de la revolución cubana, en la formación política del movimiento de Cátedras Che Guevara de América Latina, en libros, artículos y ensayos, para nosotros la sola mención de Cuba, de la revolución socialista y de Fidel, significan algo bien preciso y determinado. Cuando nos hablan de ellos nos vienen a la mente dos procesos inseparables y entrelazados: rebelión y revolución. Ninguna de las dos, creemos, pueden ser recluidas en el polvoriento baúl de los recuerdos ni en el triste museo de homenajes a un “pasado glorioso”…

La revolución cubana es hoy —debe serlo— sinónimo de resistencia al imperialismo y persistencia en el intento por defender las conquistas culturales y los derechos sociales de la transición al socialismo, junto con la indisoluble unidad de liberación nacional y perspectiva anticapitalista.

La vitalidad de la revolución cubana tiene que ver con el futuro, no con la nostalgia complaciente y los suspiros traicioneros de “aquellos buenos viejos tiempos que se han ido y ya… no volverán”.

El ejemplo de la revolución cubana, prisma de las esperanzas más ambiciosas, los deseos más indomesticables y las rebeldías más osadas, es el de la recreación permanente de los proyectos de cambios radicales. Nada más lejos de ese horizonte que la burocracia, la corrupción, el enriquecimiento, la diferenciación de clases y el mercado, como alertó Fidel en su célebre discurso pronunciado en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005.

La dignidad de la revolución cubana, la de su pueblo y la de su dirección política histórica, se ha ganado con justicia en la confrontación con el imperio más poderoso de la tierra.

Esa es la Cuba que admiramos, respetamos, queremos y defendemos. Lo hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo.

No una revolución “jubilada”, cansada y exhausta, atada a la razón de Estado y a los compromisos con diversos gobiernos burgueses de la región (como fue el triste e indecoroso final de la Unión Soviética).

¿Cómo sintetizar entonces medio siglo de revolución? Quizás con pocas pero entrañables palabras: dignidad, herejía, originalidad, audacia, osadía, autoestima popular, tozudez, patriotismo, internacionalismo, ética, cultura y subjetividad comunista.

¿Qué significó históricamente la revolución cubana?

A nuestro entender, la recomposición del espíritu de ofensiva de los “años radicales” de la década del ’20, opacados por la sombra gris y mediocre de hegemonía stalinista y populista durante casi treinta años.

Recuperar hoy ese mismo espíritu de ofensiva, ochenta años más tarde que Mariátegui, Mella y Farabundo Martí y cincuenta años después de aquel heroico ingreso del Ejército Rebelde en La Habana, es la gran tarea de una nueva generación continental. Tarea que sólo podrá concretarse en aguda e impiadosa disputa contra los viejos y los nuevos reformismos. Los mismos reformismos que en su momento insultaron a Mariátegui y condenaron el asalto al cuartel Moncada en nombre de la supuesta “falta de condiciones para la lucha”. Un leitmotiv que reaparece periódicamente... década tras década...

Espíritu de ofensiva, bien, pero… ¿ofensiva contra qué y contra quién? Contra el capitalismo, contra el imperialismo, y contra las corrientes ideológicas que los legitiman (principalmente el posmodernismo, pero también el posestructuralismo y el posmarxismo). Sin embargo no sólo contra ellos. También contra quienes apuntan —con lenguaje seductor, edulcorado y engañoso— a revertir los logros de la revolución cubana restaurando paulatinamente los trillados mecanismos mercantiles y en definitiva el capitalismo.

¡Sí, de eso se trata, de recuperar la ofensiva tras la internación en terapia intensiva durante un cuarto de siglo para los proyectos revolucionarios!

Y en ese camino, vertiginoso y arriesgado pero apasionante, aprender de la revolución cubana y de su liderazgo histórico. ¿O acaso Fidel y el movimiento 26 de julio, junto con todo el pueblo cubano, hicieron la revolución siguiendo los “consejos” de alguien? ¿Respetaron acaso el Ejército rebelde y todos los jóvenes que lo integraron y acompañaron la geopolítica de otros estados? ¿El primero de enero de 1959 se privilegió, quizás, las necesidades diplomáticas de países amigos?

¡No! Definitivamente, no. Fidel siguió su propio camino. Por eso triunfó. De eso se trata, de adoptar y aplicar su método de análisis y actuación de aquel entonces. Hoy necesitamos independencia mental. No ceñirnos a los “consejos” de nadie. No diagramar nuestra agenda política y nuestra estrategia de confrontación a largo plazo atando nuestras luchas a los compromisos coyunturales de ningún ministerio de relaciones exteriores, incluyendo los de los estados amigos y hermanos. Igual que hizo Fidel para poder triunfar. La revolución cubana ha sido y es una excelente maestra. Esperamos haber aprendido la lección que nos enseñó.

Recuperar entonces y reactualizar el internacionalismo militante, el latinoamericanismo apasionado y la independencia mental.

No dejarnos atrapar por los espantapájaros del macartismo ni por los cantos de sirena de ese reformismo putrefacto y recalentado, que sigue oliendo tan mal a pesar de que nos lo quieren presentar con envolventes perfumes.

La significación de la revolución cubana tuvo y tiene entonces alcance mundial.

¿Cómo entender la radicalidad del movimiento afrodescendiente en Estados Unidos obviando la relación de las panteras negras con la revolución cubana? ¿Puede tal vez desconocerse la influencia de Fidel y el Che sobre los jóvenes rebeldes del 68 europeo? ¿Y la solidaridad con Vietnam? ¿Quién puede borronear la presencia solidaria de la revolución cubana en la liberación de Angola y el fin del apartheid sudafricano? ¿Y la insurgencia latinoamericana? ¿Cómo comprender la teoría de la dependencia, la pedagogía del oprimido, la nueva novela y el nuevo cine latinoamericano o la teología de la liberación sin el terremoto de 1959?

Ningún continente quedó al margen del huracán sobre el azúcar.

Nuestro campo de batalla abarca todo el mundo”, insistía Fidel cada vez que podía. Nosotros seguimos creyendo en eso. ¿Está mal?

Que la revolución cubana no abandone ese internacionalismo resulta esencial para su supervivencia. No es la política diplomática del “buen vecino” la que frenará la voracidad y la agresividad del imperialismo sino la emergencia de nuevas luchas radicales y el fortalecimiento de las que ya existen.

Seamos claros en este sentido y evitemos cualquier posible ambigüedad. Nos repugna el lenguaje de los eufemismos y las medias tintas. Sólo la verdad es revolucionaria. Hoy más que nunca hay que apoyar las luchas de la insurgencia en América Latina como la mejor manera de solidarizarnos y defender la revolución cubana. Para que Cuba no siga peleando solita frente al imperio más poderoso de la Tierra hacen faltan nuevas resistencias. Y cuando hablamos de insurgencia nos referimos explícitamente a la mexicana y a la colombiana, pero principalmente a ésta última, bastante más poderosa y mucho más radical que aquella otra (no casualmente mucho más demonizada desde el macartismo yanqui y sus medios de masivos de manipulación que pretenden asociarla con el narcotráfico o deslegitimarla llamándola “terrorista”). A no engañarnos, compañeros y compañeras. Cada golpe dado por la insurgencia contra los gringos en Colombia resulta infinitamente más solidario con la revolución cubana que mil turistas que pasean bronceados y se toman fotos por las playas de Varadero.

Cuba y su revolución, tan querida y tan admirada por todos nosotros, no pueden ni deben abandonar a los movimientos sociales latinoamericanos ni darles la espalda a las experiencias políticas más radicales en aras del entendimiento o la convivencia diplomática con gobiernos que, supuestamente, no atacan a Cuba.

La mejor solidaridad con la dignidad de esta revolución caribeña que hoy cumple 50 años y con su heroico pueblo que la ha sostenido cada día y cada minuto frente a la bestia imperial, la solidaridad más eficaz, la más digna, la más justa, la más realista, consiste en continuar la confrontación contra el capital, organizarse, prepararse para acelerar las luchas, recuperando el espíritu de ofensiva de los años ’20 y los años ‘60, combatiendo al imperialismo donde quiera que esté.

Seamos realistas. Pisemos firme. No nos mareemos. Necesitamos ubicarnos en nuestra época. Pues bien. Ya no estamos en el desierto de los años ’90, la situación latinoamericana ha cambiado. Tenemos que dejar la mentalidad defensiva de aquellos años tristes y mediocres posteriores a la caída del muro de Berlín y la derrota del sandinismo en Nicaragua. La impostergable solidaridad con la revolución cubana tiene que tener en cuenta ese dato.

En las nuevas luchas que se avecinan en este siglo XXI la bandera gloriosa de la revolución cubana seguirá flameando. En cada barrio, en cada fábrica, en cada hacienda, en cada escuela, en cada selva y en cada montaña en que se levante una nueva generación insurgente y revolucionaria habrá corazones palpitando junto a Cuba.

Estamos seguros que los trabajadores, las campesinas, los estudiantes, las mujeres, los defensores del medio ambiente, las guerrilleras, los combatientes y todos los militantes latinoamericanos por el socialismo seguirán llevando en el corazón la estrella incandescente de la revolución cubana, junto a la alegría y al ejemplo de su pueblo.

¡Salud queridos hermanos y hermanas de Cuba!

Nos seguiremos encontrando en la lucha...

Hasta la victoria siempre!

31 de diciembre de 2008

*Néstor Kohan es coordinador de la Cátedra Che Guevara del Colectivo AMAUTA de Argentina (http://amauta.lahaine.org) y autor del libro Fidel para principiantes, entre otros.

El Desafío: Revolución Cubana


viernes, 10 de octubre de 2008

¿Qué debe ser un joven comunista? (E. Che Guevara)


La Unión de Jóvenes Comunistas tiene que definirse por una sola palabra: “Vanguardia”. Ustedes, compañeros, deben ser la vanguardia de todos los movimientos, los primeros en estar dispuestos para los sacrificios que la Revolución demande, cualquiera que sea la índole de estos sacrificios; los primeros en el trabajo, los primeros en el estudio, los primeros en la defensa del país. Y plantearse esta tarea no solo como la expresión total de la juventud de Cuba, no solo como una tarea de grandes masas vertebradas en una institución, sino como las tareas diarias de cada uno de los integrantes de la Unión de Jóvenes Comunistas. Y para ello hay que plantearse tareas reales y concretas, tareas de trabajo cotidiano que no pueden admitirse el más mínimo desmayo...

... La organización es la clave que permite atenazar las iniciativas que surgen... Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia. Van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por ser simplemente un recuerdo...

Al mismo tiempo, todos y cada uno de ustedes deben plantearse que el ser Joven Comunista, el pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas, no es una gracia que alguien les haga. Ni es una gracia que ustedes hagan al estado o a la Revolución. El pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas debe ser el más alto honor de un joven de la sociedad nueva. Debe ser el honor por el que luchen en cada momento de su existencia. Y además, el honor de mantenerse y mantener alto el nombre individual dentro del gran nombre de la Unión de Jóvenes Comunistas debe ser un empeño constante también...

Hoy la defensa del país sigue ocupando el primer lugar en nuestros desvelos. Pero no debemos olvidar que la consigna que guía a los Jóvenes Comunistas [“el estudio, el trabajo y el fusil”] está íntimamente unida entre sí, que no puede haber defensa del país solamente con el ejercicio de las armas, con estar prestos a la defensa. Que además debemos defender el país construyéndolo con nuestro trabajo y preparando los nuevos cuadros técnicos para acelerar mucho más su desarrollo en los años venideros... El estudio a todos los niveles es también hoy una tarea de la juventud; el estudio mezclado con el trabajo...

Pero es muy importante esta tarea, porque no es solamente la Unión de Jóvenes Comunistas, no son solo los Jóvenes Comunistas los que dan en esta tarea. Reciben, y en algunos casos reciben más de lo que dan. Reciben experiencias nuevas: una nueva experiencia del contacto humano, nuevas experiencias de cómo viven nuestros campesinos, de cómo es el trabajo y la vida en los lugares más apartados, de todo lo que hay que hacer para elevar aquellas regiones al mismo nivel que las ciudades y que los campos en los lugares más habitables. Reciben entonces experiencia y madurez revolucionaria...

Y deben recibir siempre y recibir con respeto la voz de esa experiencia. Pero la juventud tiene que crear. Una juventud que no crea es una anomalía realmente. Y a la Unión de Jóvenes Comunistas le ha faltado un poco de espíritu creador. Ha sido a través de su dirigencia demasiado dócil, demasiado respetuosa y poco decidida a plantearse problemas propios... Pero es que nosotros, y nuestra juventud con todos nosotros, está convaleciendo de una enfermedad que afortunadamente no fue muy larga pero que influyó mucho en el retraso del desarrollo de la profundización ideológica de nuestra revolución. Estamos todos convalecientes de ese mal llamado sectarismo. Y, ¿a qué condujo el sectarismo? Condujo a la copia mecánica: condujo a los análisis formales; condujo a la separación entre la dirigencia y las masas...

Si nosotros, también desorientados por el fenómeno del sectarismo, no alcanzábamos a recibir del pueblo su voz, que es la voz más sabia y más orientadora, si no alcanzábamos a recibir las palpitaciones del pueblo para poder transformarlas en ideas concretas, en directivas precisas, mal podíamos dar esas directivas a la Unión de Jóvenes Comunistas...

El compañero Fidel hizo serias críticas de extremismos y de expresiones, algunas tan conocidas por todos ustedes como “¡La ORI es candela!”, como “¡Somos socialistas, palante y palante!” Todas aquellas cosas que criticara Fidel, y que ustedes conocen bien, eran reflejo del mal que gravaba nuestra revolución...

Y así debemos definir y analizar todos nuestros organismos objetivamente para seguir limpiando. Saber que todavía caminamos con pasos vacilantes para no caernos, para no tropezar e irnos al suelo; conocer nuestras debilidades para aprender a resolverlas; conocer nuestras flaquezas para liquidarlas y adquirir más fuerzas.

Esta falta de iniciativa propia se debe al desconocimiento durante un buen tiempo de la dialéctica que mueve los organismos de masas, el olvidarse que los organismos como la Unión de Jóvenes Comunistas no pueden ser un simple organismo de dirección, algo que mande directivas constantemente hacia las bases y que no reciba nada de ellas. Se pensaba que la Unión de Jóvenes Comunistas, o todas las organizaciones de Cuba, eran organizaciones de una sola línea, una sola línea que iba desde la cabeza hacia las bases, pero que no tenía un cable que retornara y trajera la comunicación de las bases...

...Y ahí hay que trabajar, porque deben ir formándose nuevas generaciones que tengan el interés máximo en trabajar y sepan encontrar en el trabajo una fuente permanente y constantemente cambiante de nuevas emociones: hacer del trabajo algo creador, algo nuevo.

Y eso es lo que hay que hacer; acordarse de que el trabajo es lo más importante. Perdónenme si insisto una y otra vez, pero es que sin trabajo no hay nada. Todas las riquezas del mundo, todos los valores que tiene la humanidad son nada más que trabajo acumulado. Sin eso no puede existir nada...

Yo creo que lo primero que debe caracterizar a un Joven Comunista es el honor que siente por ser Joven Comunista, ese honor que lo lleva a mostrar ante todo el mundo su condición de Joven Comunista, que no lo vuelca en la clandestinidad, que no lo reduce a fórmulas sino que lo expresa en cada momento, que le sale del espíritu, que tiene interés en demostrarlo porque es su timbre de orgullo. Junto a eso, un gran sentido del deber, un sentido del deber con nuestra sociedad que estamos construyendo, con nuestros semejantes como seres humanos y con todos los hombres del mundo. Eso es algo que debe caracterizar al Joven Comunista. Al lado de eso, su gran sensibilidad ante todos los problemas, su sensibilidad frente a la injusticia, su espíritu inconforme cada vez que surge algo que está mal, lo haya dicho quien lo haya dicho. [Aplausos] Plantearse todo lo que no se entienda, discutir y pedir aclaración de lo que no esté claro, declararle la guerra al formalismo, a todos los tipos de formalismos. Estar siempre abiertos para recibir las nuevas experiencias, para conformar la gran experiencia de la humanidad que lleva muchos años avanzando por la senda del socialismo a las condiciones concretas de nuestro país, a las realidades que existen en Cuba. Y pensar todos y cada uno cómo ir cambiando la realidad, cómo ir mejorándola.

El Joven Comunista debe plantearse ser siempre el primero en todo, luchar por ser el primero, sentirse molesto cuando en algo se ocupa otro lugar, y luchar por mejorar, por ser el primero. Claro que no todos pueden ser los primeros. Pero sí entre los primeros, en el grupo de vanguardia. Eso debe ser ejemplo vivo, de ser el espejo donde se miren los compañeros que no pertenezcan a las Juventudes Comunistas, de ser el ejemplo donde se puedan mirar los hombres y mujeres de edad más avanzada que han perdido cierto entusiasmo juvenil, que han perdido cierta fe en la vida y que frente al ejemplo reaccionan siempre bien. Esa es otra tarea de los Jóvenes Comunistas. Junto a eso, un gran espíritu de sacrificio, no solamente para las jornadas heroicas sino para todo momento, sacrificarse para ayudar al compañero en las pequeñas tareas, para que cumpla su trabajo, para que pueda hacer sus deberes en el colegio, en el estudio, para que pueda mejorar de cualquier manera. Estar siempre atento a toda la masa humana que lo rodea.

Es decir, hay algo que se plantea: la exigencia a todo Joven Comunista es ser esencialmente humano, y ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano. Que purifique lo mejor del hombre a través del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo. Que se desarrolle al máximo la sensibilidad para sentirse angustiado cuando se asesine un hombre en otro rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad. [Aplausos]

El Joven Comunista no puede estar limitado por las fronteras de un territorio. El Joven Comunista debe practicar el internacionalismo proletario y sentirlo como cosa propia y acordarse y acordarnos nosotros, Jóvenes Comunistas y aspirantes a comunistas aquí en Cuba, que somos un ejemplo real y palpable para toda Nuestra América. Y más aún que para Nuestra América, para otros países del mundo que luchan también en otros continentes por su libertad, contra el colonialismo, contra el neocolonialismo, contra el imperialismo, contra todas las formas de opresión de los sistemas injustos. Acordarse siempre de que somos una antorcha encendida, de que nosotros todos somos el mismo espejo que cada uno de nosotros individualmente es para el pueblo de Cuba, y somos ese espejo para que se miren en él los pueblos de América, los pueblos del mundo oprimido que luchan por su libertad. Y debemos de ser dignos de ese ejemplo. Y en todo momento y a toda hora debemos ser dignos de ese ejemplo. Eso es lo que nosotros pensamos que debe ser un Joven Comunista.

Y si se nos dijera que somos unos románticos, que somos unos idealistas inveterados, que estamos pensando en cosas imposibles y arquetipo humano, nosotros le tenemos que contestar una y mil veces que sí, que sí se puede. Que estamos en lo cierto. Que todo el pueblo puede ir avanzando, ir liquidando las pequeñeces humanas como se han ido liquidando en Cuba en estos cuatro años de revolución, ir perfeccionándose como nos perfeccionamos todos día a día, liquidando intransigentemente a todos aquellos que se quedan atrás...

Y tiene que ser así, y debe ser así, y será así, compañeros. [Aplausos]

Será así porque ustedes son Jóvenes Comunistas, creadores de la sociedad perfecta, seres humanos destinados a vivir en un mundo nuevo, donde todo lo caduco, todo lo viejo, todo lo que represente la sociedad cuyas bases acaban de destruirse habrá desaparecido definitivamente. Para alcanzar eso, hay que trabajar todos los días, trabajar en el sentido interno de perfeccionarse, de aumentar los conocimientos, de aumentar la comprensión del mundo que nos rodea, de inquirir y averiguar, y conocer bien el porqué de las cosas y el plantearse siempre los grandes problemas de la humanidad como problemas propios.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Compañera Celia Hart, presente!

Conocí a Celia Hart en Cuba, en una casa antigua de Miramar. Me contó que en su época de estudiante en la desaparecida República Democrática Alemana, pasó por una terrible crisis político-personal. Casi existencial, agregaría yo tomando en cuenta las múltiples exageraciones para retratar su historia. Vio allá, con estupor, cómo eso que se hacía llamar "socialismo" se transformaba en una terrible máquina de burocratización y supresión de las múltiples subjetividades políticas. Me contó que llegó de la RDA quedó escandalizada; "Si esto es el socialismo, yo me voy de aquí" le dijo a su padre, el revolucionario y ex ministro de educación, Armando Hart Dávalos. Lo recuerdo con fijeza: a cada palabra que decía, sus ojos titilaban como queriendo mostrar una experiencia singular de decepción y regeneración de las ideas políticas. Su padre le entregó un famoso libro sobre Trotsky, El profeta armado. Nunca se separó del revolucionario ruso. Defendió su legado en Cuba durante toda su militancia política, participó en la difusión de su obra contactándose con diversos grupos trotskistas del mundo. Estoy seguro, por lo que alcancé a conversar con ella, que ninguno le convenció plenamente: inflexibilidad, sectarismo. Trotsky estaría escandalizado de sus trotskistas, siempre lo dijo.
Celia Hart fue una defensora inclaudicable del socialismo cubano, sabiendo hacer sus críticas de forma fraternal, pero no por eso sin un tremendo sabor a crítica, crítica de verdad, no esa que se anda con rodeos, ni tampoco la que se elabora con miedo y por ello mismo hace alarde de sus propios límites como si fuesen positivos. La crítica de Celia Hart era una crítica auténtica, desmedida pero auténtica, porque era, de cualquier manera, una crítica en la defensa. El marxismo cubano ha perdido a una gran militante, así como, internacionalmente, hemos perdido a una de las pocas trotskistas que ha sabido ponerse del lado de Cuba. Recuerdo una vez que me comentó que Trotsky era un defensor de su revolución, pero que su revolución fue deformada a tal punto, que lo expulsó a él: uno de sus propulsores. Cuba nunca llegará a ese punto, ni está en el camino de llegar. Ella cuenta con esa ventaja radical anti-estalinista de la crítica y de la autocrítica como actividades fundamentales en la realización de la militancia y en la práctica teórica del materialismo histórico. Celia lo tenía claro, y esa claridad seguirá viviendo.

Claudio Aguayo Bórquez, Santiago de Chile

lunes, 8 de septiembre de 2008

Nuestro 11 es creador, alegre y popular

“La historia es nuestra y la hacen los pueblos…”
Presidente Salvador Allende G.



Ya en los primeros días de septiembre comenzamos a ver como nuestros lugares de trabajo, estudio y/o vivienda se comienzan a llenar con consignas recordando los 35 años del Golpe de Estado de Perrochet y sus secuaces de la mafia militar y empresarial. En la T.V. hacen programas y reportajes sobre un bonachón -con “corazón de abuela” y la “candidez de un adolescente”- Allende bueno para los “copetes” y las “minas” pero que de economía -según ellos(as)- no sabia mucho, rodeado de organizaciones de Izquierda que lo único que buscaban era la violencia y la destrucción de la “centenaria y pacifica democracia chilena” –“democracia” de ricos, llena de revueltas burguesas y más de alguna matanza a proletarios-.

Se recuerdan 35 años con esa cantinela hippie de “para que nunca más en Chile” –“para que nunca más en Chile” soñemos, nos organicemos y luchemos por la construcción de una Sociedad distinta: Socialista y Popular - y la frase típica de “si todos fuimos responsables de la violencia…” cuando hasta el día de hoy los gestores de la violencia son los que poseen el monopolio de esta: el Estado y sus Fuerzas Armadas y de Orden, es decir, los perros guardianes de los(as) ricos(as) y poderosos(as).

Por otro lado, las Izquierdas Tradicionales, hacen actos y marchas para ir a expiar sus culpas de no ser tan Socialistas como Allende, de ser “Socialistas” de Mercado y disculparse de ser Renovado y dirigir los servicios de inteligencia que encarcelan y matan en “democracia” a nuestros(as) hermanos(as) revolucionarios(as), subversivos(as) y del Pueblo Nación-Mapuche –como Ariel, Cecilia, Andrés, Claudia, Daniel, Alex, Matías y tantos(as) otros(as)-. Son los(as) mismos(as) “Socialistas” que privatizan nuestras vidas convirtiendo los derechos a la Educación, Salud y Vivienda en meras mercancías que solo son accesibles a quienes tienen el capital para comprarlas.

El resto de la Izquierda Tradicional se preocupa, más que de expiar culpas, de mostrarse como las victimas únicas de la violencia política del Golpe y los años venideros. Su estrategia de luchar por los derechos humanos se limita a las “victimas” de violaciones de los derechos civiles y políticos dejando de lado las violaciones de los derechos económicos, sociales y culturales de los(as) Pobres. Tampoco son capaces de reivindicar el proyecto político revolucionario en muchos casos, de los miles de compañeros(as) asesinados(as) por las hordas pinochetistas y en la política de Conflictos de Baja Intensidad (C.B.I.) mantenido por la Concertación en los primeros años de la “democracia” y en la actualidad en el territorio Mapuche. Son ellos(as) los que en su propaganda electorera revindican al Presidente Allende haciéndose dueños absolutos de la iconografía de la “Izquierda”. Son ellos(as) las que hacen acuerdos electoreros a espaldas de los(as) Pobres para dejar de ser excluidos del poder de los(as) ricos(as).

Todos estos discursos antes planteados son parte, en el ámbito de lo ideológico, del Consenso Básico de las Clases Dominantes, realizado al fin de la Dictadura para mantener el capitalismo tal cual pero con nuevos administradores: la Concertación.

Para nosotras y nosotros, Estudiantes Revolucionarios de Santiago, cada nuevo 11 es recuperar nuestra memoria de insumisos(as) para aprender de ella y aplicarla novedosamente, dialécticamente, en nuestras construcciones y luchas por una Educación Gratuita, Popular y Liberadora. Hacemos que la rabia por tanta soberbia e injusticia de los(as) poderosos(as) se convierta en rebeldía organizada que potencie nuestras ganas de trasformarlo todo por los que fueron, somos y los que vendrán… Para que todos y todas construyamos la más grande de las felicidades, con una alegría infinita que nos alcance a todos(as) en una sociedad radicalmente distinta. Es en este contexto de lucha que recordamos a nuestra hermana, estudiante revolucionaria, Claudia López, asesinada por Carabineros un 11 de septiembre de 1998 en la Población La Pincoya.

Es hora que nosotros y nosotras, los que creemos que los(as) Pobres, más temprano que tarde, tomaremos en nuestras manos la creación de la historia nos tomemos el 11 en las calles, plazas, universidades, liceos y lugares de trabajo, construyamos nuestro 11 alegre y popular.



A RECUPERAR LAS GANAS POR LA TRANSFORMACIÓN

CON MEMORIA, RABIA Y REBELDÍA
SE ORGANIZA LA LUCHA DE PUEBLO CADA DÍA

ESTUDIANTES REVOLUCIONARIOS
delasluchasestudiantiles@gmail.com

Santiago, septiembre de 2008.

viernes, 22 de agosto de 2008

De las luchas estudiantiles


Balance de las últimas movilizaciones y la proyección del movimiento estudiantil.
Agosto, 2008.

"Aprender es para nosotros, construir, reconstruir, constatar para cambiar, y que nada se hace sin apertura en el riesgo y en la aventura del espítiru"
(Paulo Freire)


El año 2008 ha sido una importante trinchera para la organización, la apuesta y la avanzada del mundo estudiantil. Hemos sido testigos del nacimiento, desarrollo y reflujo constantes de un movimiento emergente, que cada vez parece esclarecer más sus ideales y depurar sus convicciones para la búsqueda de una educación gratuita y digna, que de fin a la mercantilización de este derecho del pueblo, inherente a todo niño, niña y joven.

A lo largo de este proceso identificamos importantes logros, pero también desaciertos, que conformarán la experiencia viva de estas semillas revolucionarias, actores de la lucha estudiantil en pos de servir al pueblo en sus futuras luchas. Una de sus principales virtudes ha sido la solidez al momento de exigir sus demandas, manteniendo una actitud indoblegable frente a la autoridad de estado, quien por medio de mentiras e imposiciones intenta desmovilizarnos cada vez, a través de sus públicas declaraciones que persiguen deslegitimar la demanda sectorial, y por medio de verdaderos "shows de estado" como han sido las mesas territoriales, en las cuales se intenta imponer las supuestas bondades de una LGE creada para favorecer a la minoría burguesa.

Hemos logrado romper con los conductos burocráticos de la institucionalidad, generando espacios de organización participativos, transversales, integrativos, donde se debaten y entrecruzan posturas, ideologías, necesidades y visiones que permiten dar forma a esta expresión popular que se ha denominado "Movimiento Estudiantil".

Otro importante logro es la articulación entre diversas expresiones del pueblo y de sus distintos sectores y actores, como trabajadores, profesores, organizaciones sociales, marchas poblacionales, lo que nos demuestra que la lucha por la educación es una batalla pendiente para el pueblo, a la cual hay que darle la prioridad que merece, pero siempre teniendo el debido cuidado de no permitir la manipulación y usura de parte de cúpulas dirigenciales de sectores reformistas que serían capaces de vender nuestros esfuerzos para dárselos al gobierno a cambio de migajas.

En estos 6 meses las movilizaciones han tenido momentos de estallidos y de reflujo, de movilizaciones y aprendizajes constantes, con la capacidad de mantener la vigencia de sus demandas por sobre todos los acontecimientos coyunturales que se han presentado y más aún considerando el tremendo bloqueo mediático de parte de los medios de comunicación, que han sido cómplices de la represión, el silencio y la mentira. Compañeros y compañeras han resultado heridos, expulsados, sumariados y procesados, motivo por el cual ha sido preciso ejecutar la violencia como un acto legítimo de autodefensa de niños, niñas y jóvenes, porque esta violencia no hace más que responder de modo justo a la violencia del estado y sus aparatos represores.

A pesar de toda esta injusticia, hoy los estudiantes se proyectan al futuro en la construcción de un movimiento estudiantil sólido, en una etapa de reflexión, de replanteamientos de estrategias, de estudio y preparación de dirigentes, y de proyección para el futuro. La territorialización de la labor será fundamental para la trascendencia y proyección futura de la lucha del sector estudiantil, a través de cordones, asambleas, actividades, marchas en los territorios donde nos hallamos. La tarea consistirá en romper con el reflujo y hacernos partícipes del movimiento popular, amplio y luchador, no sólo como estudiantes sino que como actores de cambio, enfocados como pueblo, para construir nuestra propia Fuerza Social Revolucionaria.


¡¡¡Cuando la Injusticia se convierte en Ley,

Rebelarse se convierte en Deber!!!




Estudiantes Revolucionarios
delasluchasestudiantiles@gmail.com

sábado, 16 de agosto de 2008

Saludo por los 43 años del MIR

EL Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) nos sabe a radicalidad, a resistencia, a rebeldía, a pasión revolucionaria.

Representa la creación heroica de un casi imposible. Año 65, luego de un largo proceso de confluencia, anarquistas, marxistas y cristianos, dan origen a una organización que poco a poco va adquiriendo madurez y se convierte en un partido que apostó por una política completamente alternativa a los esquemas tradicionales de la izquierda.

Su apuesta por el poder popular, por la destrucción del orden burgués, su desconfianza en la institucionalidad, y por sobretodo la unidad de la izquierda revolucionaria, que significó, nos dan para el presente, un faro, un claro, una matriz rojinegra, que nos guía, para luchar, unirnos, organizarnos, y vencer, siempre por la dignidad de los hombres y mujeres, de los pueblos oprimidos, por la liberación, es decir, por el socialismo.

Hoy y siempre seremos Rojinegros

Hoy y siempre; Pueblo, Conciencia, Fusil

Estudiar, Luchar, Vencer

Fuerza Estudiantil Revolucionaria (FER)