sábado, 22 de septiembre de 2007

sábado, 8 de septiembre de 2007

Debajo de Todo el Ruido

La última jornada de movilización social convocada por la Central Unitaria de Trabajadores, deja claramente de manifiesto los cambios por los cuales está atravesando la sociedad chilena. No es menor que por primera vez en más de treinta años, la multisindical más grande del país, convoque a los trabajadores y a la sociedad en su conjunto a manifestarse en contra de la aplicación del modelo económico imperante.

Sin embargo, estos hechos no se producen de manera espontánea ni azarosa, sino que son la expresión, como ya dijimos, de cambios importantes que se han ido generando en las personas en el último tiempo.



Si hace veinte años la ciudadanía se movilizaba por hacer caer la estructura política de la dictadura, hoy en día, lo hace para destruir la estructura económica legada por ésta. La aniquilación de los sindicatos, la fulminante atomización de los trabajadores, el profundo miedo infundido en la ciudadanía, etc. produjeron, en algunos años, un deterioro casi absoluto de todas las conquistas y reivindicaciones que habían sido obtenidas a través de un siglo de luchas.


De esta forma, nos encontramos hoy día, con un panorama nacional en donde la explotación es cotidiana, con jornadas laborales prolongadísimas, salarios que no alcanzan a cubrir ni las necesidades más básicas, con una estabilidad laboral prácticamente inexistente, con condiciones de trabajo indignas y con una desigualdad económica simplemente vergonzosa. En este escenario, en donde además, la exacerbación del individualismo constituye el pilar principal de la economía, y en donde los derechos y la justicia se transforman en mercancías que se transan en el mercado, los trabajadores y las personas comunes y corrientes, se encuentran el más absoluto desmedro frente a los gigantescos grupos económicos, quienes se encargan de controlar sus condiciones de vida.


Es por esto que los trabajadores han comenzado a percatarse de que solo la unidad es capaz de otorgar la fuerza suficiente para hacer cambiar la situación. El miedo a organizarse, legado de la dictadura, comienza por fin a desvanecerse y se transforma cada vez más en entereza y decisión a luchar por lo que a cada uno le corresponde. Así entonces, vuelven a surgir los sindicatos, las huelgas y las movilizaciones, con la convicción de que existen problemas comunes que no pueden resolverse individualmente, sino que requieren el compromiso y la voluntad de todos.


La ficticia línea divisoria que impone la subcontratación, constituye el primer gran muro que debe ser derribado y hacia allá debemos apuntar, si es que el objetivo consiste realmente en propiciar la organización de los trabajadores.


Los movimientos sindicales de los obreros Forestales de Arauco, de los subcontratistas de CODELCO, de los pescadores artesanales, de los pobladores sin casa, de los empleados de grandes cadenas de supermercados o multitiendas, etc. no son casualidad, sino claros ejemplos de la progresiva adquisición de conciencia de los trabajadores. Bajo la máscara del idílico país que nos presentan las autoridades políticas y económicas, se acrecienta cada día más el descontento de los marginados del sistema, que, como siempre, son la mayoría. Estas poderosas fuerzas subterráneas que luchan por salir a la luz, son despreciadas por quienes hoy dirigen nuestro país. La televisión, los periódicos, las radios y la gran mayoría de los medios de comunicación de masas, encubren la realidad en una vorágine de estupideces de la cual nadie logra escapar. Sin embargo, hasta ese poderoso aparataje de embrutecimiento está siendo sobrepasado por la convicción de las personas de que ya no se puede aguantar tanta injusticia.



Debajo de todo este ruido de telenovelas, noticieros deportivos, matinales y estelares televisivos nocturnos, la organización avanza, desvinculada ya de los mezquinos intereses partidistas, dejando de lado las estructuras institucionales corruptas y representando verdaderamente los intereses de los trabajadores con el fortalecimiento de la participación de las bases.

Como estudiantes universitarios de izquierda, no debemos sino trabajar por impulsar estos movimientos, si es que queremos en realidad construir día a día un país verdaderamente justo e independiente. Algo está pasando, y no podemos desvincularnos de ello.

La Institucionalidad Estudiantil

Marx decía que los hechos aparecen, como si dijéramos, dos veces; una vez como tragedia y la otra como farsa, pero ¿Qué pasa cuando es en verdad una farsa permanente y constante?

Por un margen de una o dos semanas todos los años, las elecciones se toman los espacios universitarios, campañas políticas que nada tienen que envidiar de las parlamentarias, municipales y presidenciales. Grandes afiches llenan las paredes de nuestros centros de estudio, afables sonrisas, tal cual fuera la de un diputado connotado o de un senador famoso. Pero ¿Qué hay detrás de todo ese marketing político? ¿Voluntad transformadora o un interés mezquino que no es conveniente publicar? Nos preguntamos esto porque año tras año vemos como existe una infinidad de grupos que en su gran mayoría se define de izquierda, llenándose la boca de la necesaria participación estudiantil, la horizontalidad en la toma de decisiones, el trabajo social afuera de la Universidad y la defensa de la educación pública. Palabras muy lindas la verdad, que sin embargo no tienen asidero en la realidad. Y ¿Cuál sería entonces la realidad? Basta ver como se desarrollan las elecciones, ir a algún Consejo de Representantes, o a un Pleno de Federación, para darse cuenta que lo que predomina son todos los vicios de la politiquería tradicional; así podemos mencionar que aquella participación de los estudiantes es tirada al tacho de la basura por la máquina en cualquier toma de decisiones que se lleve a cabo por muy pequeña que esta sea, largas discusiones estériles donde todo lo que se dice nunca se hace, poniéndose en jaque el compromiso día a día y la supeditación del trabajo político social a algún resultado electoral. Ante este estado de cosas, en que la política con “P” mayúscula está muy lejos de ser realidad, el estudiante por más de izquierda que se diga tiende a ser cooptado por las lógicas institucionales nefastas que hemos descrito, creyendo sin embargo, que todo lo que haga tiene vocación transformador de la Universidad y la Sociedad, cuando la verdad lo único que cambia radicalmente es la propia práctica política (si es que se tuvo una anteriormente), la que comienza a tomar cada vez más rasgos enajenantes. Un ejemplo de aquello es que a pesar de que se diga que los Centros de Estudiantes y la Federación no son fines sino instrumentos, la práctica política cotidiana dice todo lo contrario.

A aquellos que ilusionados ingresan a las filas de algún grupo político pareciera ser que las circunstancias lo llevan a decidir si retirarse e irse para la casa o bien entrar en el juego sucio de la politiquería estudiantil, lo cual en muchos casos según hemos visto se da de manera enajenada.

Decepción, es pues una de las palabras que más se escucha decir en el espectro de la izquierda estudiantil, y decepcionados estuvimos nosotros por mucho tiempo. Decepción que nos hizo reflexionar, discutir sin algún norte electoral, ni un interés mezquino por el poder ficticio que otorga la institucionalidad estudiantil. Decepción que transformamos en decisión, en negarnos a aceptar alguna de las dos opciones, el adentrarse en el juego politiquero o retirarse. Sin pretender tener alguna receta mágica para superar el estado actual de cosas más que el trabajo duro, el estudio, la lucha y la organización, nos constituimos en la Fuerza Estudiantil Revolucionaria (FER), rescatando lo mejor de la tradición tanto del movimiento popular chileno y latinoamericano, como también del movimiento estudiantil de vanguardia, ese que luchaba por la reforma universitaria, que encontraba inconcebible a la educación como mercancía, que propiciaba la vinculación con los problemas sociales y tenía vocación transformadora; rescatar su legado y proyectarlo hacia el futuro es nuestra tarea El presente blogtiene por objeto dar a conocer algunas temáticas que como grupo consideramos relevantes y también marcar un hito al presentarnos públicamente con un órgano de difusión ante el estudiantado y al pueblo en general.

domingo, 29 de julio de 2007

Declaración de Principios

No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heróica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva.

(José Carlos Mariátegui, Aniversario y Balance)


¿Qué es FER? ¿Por qué surge?

La Fuerza Estudiantil Revolucionaria (de ahora en adelante FER) nace de la necesidad de agrupar a todos aquellos estudiantes revolucionarios, que cansados de las prácticas de la izquierda tradicional y electoralista, han decidido dar nacimiento a una organización que sea un aporte a la construcción y articulación de una alternativa auténticamente de izquierda y revolucionaria.

¿En qué creemos? La actualidad de la Revolución


FER funda su actuar en el marxismo entendido como filosofía de la praxis, en la dialéctica materialista, en la evidencia innegable de que la sociedad está dividida en clases, poniéndonos al servicio de los trabajadores y explotados por el sistema capitalista de producción. Como FER, rechazamos cualquier doctrina que propicie la formación de un capitalismo nacional, del viejo desarrollismo keynesiano, de la llamada “teoría de las etapas”, como así también el culto al autonomismo muy de moda en el presente. La revolución es un problema vigente, posiblemente más actual que nunca y por lo mismo rechazamos cualquier quimera reformista. Consideramos que las condiciones objetivas ya existen para el socialismo y como tal, cualquier estrategia reformista es perpetuar la explotación y el sufrimiento de la humanidad.

Nuestras Raíces: América Latina


FER se considera heredera de lo mejor de la tradición de la izquierda latinoamericana. De Recabarren, Mella, Mariátegui, Fidel, el Che, Santucho, Miguel Enríquez y muchos más. Y de las luchas populares y procesos históricos que se han dado en nuestro pueblo continente. Defendemos firmemente a la Cuba Socialista, de la cual creemos ha sido el faro de luz más heroico que ha tenido los pobres y explotados de la tierra. Como así también defendemos el proceso bolivariano que ocurre en Venezuela, en la cual ha pesar de muchas críticas que pueden hacerle, muchas de ellas justificadas, hay una verdad innegable, el pueblo despertó y adquiere cada día más la conciencia de la necesidad de superar al capitalismo con el socialismo.


Estudiantes y la Sociedad


Somos una organización formada por estudiantes revolucionarios, y como tal, nuestro espacio de lucha y construcción más obvia es la Universidad, dicha realidad es innegable. Muchos de nosotros ya estamos acostumbrados a dicha política o mejor dicho la politiquería que reproduce todos los vicios de la institucionalidad burguesa, con un ropaje y discurso de izquierda. Pero nuestra apuesta política va más allá de la mera política estudiantil. No nos interesa ganar tal o cual cargo, cuyo poder es siempre ficticio. Sino que la creación de conciencia en la mayor parte del estudiantado y también en el resto de la sociedad. Apostamos por lo tanto a la formación de cuadros políticos revolucionarios que sirvan a los intereses de los trabajadores y demás clases subalternas en la transformación revolucionaria de la sociedad. Para aquello, no buscamos encerrarnos en las conjuras palaciegas del ámbito estudiantil, sino muy por el contrario pretendemos vincular a los estudiantes, con distintos sectores populares, de cuya experiencia de lucha y trabajo podemos aprender y sacar conclusiones que nos den cada vez más madurez política.

En lo específicamente estudiantil, vemos con espanto como luego de casi 90 años del Grito de Córdoba, que dio inicio a la Reforma Universitaria por toda América Latina, aquellas demandas de entonces parecen hoy día como un imposible para las cúpulas dirigentes de un inexistente movimiento estudiantil, bajo un velo de argumentos de “políticas realistas y concretas”. Por eso recogemos la matriz de las demandas históricas del movimiento de la Reforma Universitaria, que en Chile tuvo su máxima expresión en los años 60 e intentamos adaptarlo a nuestro presente concreto de inicios del Siglo XXI.


Educación y Moral Revolucionaria


Nuestra organización pretende ser de cuadros revolucionarios, insertos en las masas. Por lo mismo es fundamental desarrollar una educación que no reproduzca la educación formal y bancaria del sistema capitalista, para aquello estimulamos la autoformación de los militantes, convergiendo en un espacio de reflexión ideológica periódico y debidamente planificado. Así también creemos que nuestros cuadros deben ser capaces de desarrollar una moral revolucionaria, que sean personas integrales en todo sentido, que sean ejemplos de virtud hacia el resto. Un revolucionario lo es las 24 horas del día, y no sólo en las reuniones y en el trabajo político. Tal como el Che nos decía, “debemos ser los primeros en el trabajo, los primeros en el estudio, los primeros en el espíritu revolucionario y los primeros en el sacrificio” y a la vez “ser capaces de endurecernos pero sin perder la ternura jamás”.